MESA del WPF (World Peace Forum-Barcelona 23): COMO FOMENTAR LA PAZ, CUIDANDO DE NUESTRO PLANETA. Organizada por Katja Borngräber – MIESES

UBICACIÓN Y FECHA: Cercle Artístic de Barcelona,  24 de noviembre de 2023

 INTERVENCIÓN DEL PONENTE: Santiago VILANOVA TANÉ

Periodista y escritor. Presidente de la asociación Una Sola Terra. Exdirector de Diario de Barcelona; Premio Ciudad de Barcelona de Periodismo 1983. Cofundador del Col.lectiu de Periodistes de Catalunya. Ponente de la sección de ecología del Ateneu Barcelonès. Miembro de la European Network for Ecological Reflection and Action (ECOROPA) y de la Association des Journalistes-écrivains pour la nature  e l’écologie (JNE). Autor de más de veinte ensayos entre los que destacan los relacionados con los accidentes nucleares de Three Mile Island, Chernóbil y Fukushima. Ha publicado cuatro novelas, una de ellas sobre la defensa de la biodiversidad del lago Baikal. Su último ensayo «Emergència climàtica a Catalunya. Revolució o col.lapse», está dedicado al impacto del cambio climático y da la palabra a los principales ecólogos del país. Es miembro de Mieses Global. 

 –LA “PAX ECONOMICA” QUE INCENTIVA LA GUERRA-

El mundo contempla impotente y perplejo el vertido de tanta sangre y masacre como se está produciendo en Ucrania y Palestina. La ineficacia de las Naciones Unidas y de la UE para evitar estas guerras resulta patética. Europa puede perder el respeto a su propia razón de ser. Sufren y mueren centenares de seres humanos y sufre también la madre Naturaleza. A pesar de las conferencias sobre el cambio climático y los acuerdos para frenar la explotación y consumo de recursos fósiles, los países productores siguen incrementando las prospecciones y explotaciones de carbón, petróleo, gas natural y uranio. El resurgir del “big oil” es la semilla de futuras guerras contra la Humanidad y contra la Naturaleza.

En Estados Unidos se ha llegado al máximo de extracciones de petróleo del subsuelo con 13,2 millones de barriles diarios. Exxon y Chevron redoblan sus inversiones en gas natural obtenido por “fracking”. Lo mismo están haciendo las grandes sociedades energéticas de Rusia, China y la India. Sin embargo, esta cruda realidad quedará silenciada en la próxima COP-28 que tendrá lugar del 30 de noviembre al 12 de diciembre en Dubái y que presidirá el sultán Ahmed Al Jaber, director ejecutivo de Abu Dhabi National Oil Company, la cuarta petrolera más grande del mundo. Será como dejar al zorro la vigilancia del gallinero.

La paz tiene un sentido diferente en cada época y en cada atmósfera cultural. Sobre ello haré unas breves referencias a la historia de la civilización. Como eco pacifista -y con la experiencia de más de cuarenta años de activismo- tengo el compromiso ético y la obligación de reivindicar la “pax ecológica” contrapuesta a la “pax económica” que no comporta la ausencia de guerras, sino que las estimula, las prepara y vive de ellas. La “pax economica”, como lo fue la “pax romana”, está vinculada a la polemología, a la ciencia de la guerra. El complejo militar industrial domina el sistema productivo y lo que se entiende por “progreso pacífico”. Nuestro modelo de crecimiento está basado en la progresiva militarización de la economía a la que la ciencia dedica una gran parte de sus investigaciones y presupuesto.

“La paz de la gente simple, la paz popular se perdió en el transcurso de los tres decenios llamados del desarrollo” (1), decía Iván Illich, polifacético filósofo, pedagogo y ensayista austríaco, a quien conocí en un coloquio sobre “Towards and ecological economy” (“Hacia una economía ecológica”), organizado en la Universidad de Kassel por la asociación Ecoropa (European Ecological Action, rebautizada como European Network for Ecological Reflection), fundada en 1976. En aquel encuentro de intelectuales ecologistas, celebrado del 18 al 20 de septiembre de 1980, se habló de economía de bio regionalismo (presenté una ponencia al respecto) como forma democrática de autogobierno y gestión de los recursos. En las sesiones participaron, entre otras personalidades, Denis de Rougemont, el filósofo suizo que sería el primer presidente de la asociación; Edward Goldsmith, fundador de “The Ecologist”; Nicholas Georgescu-Roegen, el bioeconomista rumano introductor de la teoría del decrecimiento; Ernst von Weizsäcker, entonces presidente de la Universidad de Kassel y posteriormente impulsor del Wuppertal Institute for Climate, Environment and Energy; Edouard Kressmann, filántropo francés, y cofundador de Ecoropa; Solange Fernex, la ecofeminista i regionalista alsaciana que lideró la lista de Europe-Ecologie en las primeras elecciones europeas de 1979; Manfred Siebker, físico nuclear del Club de Roma; Carl Amery, escritor alemán y los economistas Orio Giarini y René Passet., especialistas en ecodesarrollo. Entre los asistentes se encontraban Mark Dubrulle fundador de Agalev, el partido verde de Flandes, y expresidente emérito del Club de Roma capítulo UE; Diana Schumacher, escritora ecologista inglesa y Joshka Fisher, que llegó a ser ministro ecologista de Asuntos Exteriores de la República Federal de Alemania (1998- 2005).

Desde sus inicios, Ecoropa se manifestó crítica con el modelo de crecimiento económico propuesto en el Tratado de Roma, origen a la UE, y sigue defendiendo el legado teórico de “Fritz” Schumacher, autor de “Small is Beautiful”, una obra emblemática del pensamiento ecologista. Ecoropa ha sido también pionera en alertar sobre el cambio climático y la pérdida global de la biodiversidad. Actualmente está presidida por la bióloga Christine von Weizsäcker (https://www.ecoropa.info)

-ECONOMIA VERSUS ECOLOGIA-

Nunca como ahora las raíces etimológicas de la ecología y de la economía habían estado tan alejadas y contrapuestas. La ecología tiene sus raíces griegas en “oikos” (casa) y “logos” (tratado). Es decir, la ecología estudia el medio natural, los seres vivos y como interactúan entre sí y con su entorno físico (ecosistema). La economía tiene la misma raíz “oikos” a la que se le añade “nomos”, que significa la buena administración de este hogar común que es la Tierra. “La ecología es más transdisciplinaria que interdisciplinaria, porque hace servir elementos de todas las disciplinas, como la economía, la sociología y las ciencias naturales”, decía el reconocido ecólogo catalán Ramón Margalef. Pero la economía en lugar de estar supeditada a la ecología se ha ido alejando de ella perdiendo su verdadera función. Hoy hablar de “economía ecológica” o de “crecimiento verde” es un oxímoron. Muchas empresas contaminantes invierten millones dólares en perversas campañas de ecoblanqueo (“greenwashing”) lo que incentiva la confusión de los consumidores.

Para que economía y ecología vuelvan a ser complementarias sería inevitable substituir los conceptos del PNB y del PIB por unos parámetros nuevos basados en la Felicidad Nacional Bruta (o tal vez un Índice de Progreso Real) que definiera el progreso de una sociedad según el grado de salud de sus bienes naturales (agua, tierra y atmósfera), la calidad de vida de las personas y animales, su deuda externa y los índices de criminalidad. Sin embargo, la obsesión de los gobernantes de hacer cada vez más grande el PNB nos ha metido de lleno en el cambio climático, la deforestación, el agotamiento de los suelos, la acidificación, la sobreexplotación de los océanos y la pérdida dramática de la biodiversidad.

En un mundo de recursos finitos no es posible seguir creciendo sin límites. O decrecemos a través de procesos democráticos y acuerdos consensuados, como nos indicó en 1972 el Informe “The Limits to Growth” (“Los límites del crecimiento”) encargado por el Club de Roma a un grupo interdisciplinar de expertos del Massachusetts Institute of Technology (MIT), o vamos directos hacia el colapso. Recordemos este proverbio de Albert Eisntein “No se puede resolver un grave problema con las mismas formas de pensar que lo han engendrado”.

Desde la creación de las Naciones Unidas en 1945, tras la Segunda Guerra Mundial, la paz y la seguridad internacionales se han vinculado con el desarrollo. Así lo defendió Harry Truman en su discurso de toma de posesión el 29 de enero de 1949, calificando de “subdesarrollados” a los países que no habían accedido aún a los niveles de producción de las grandes potencias.

Una de las mayores paradojas sobre el ejercicio de la paz fue la creación del concepto “Átomos para la paz” introducido por el presidente Eisenhower en un discurso ante la Asamblea de las Naciones Unidas el 8 de diciembre de 1953. “Átomos para la paz”, tras los genocidios de Hiroshima y Nagasaki, no evitó la escala nuclear y que países como Rusia, China, Francia, Reino Unido, India, Israel y Pakistán se convirtieran, como lo era Estados Unidos, en potencias atómicas. Tampoco ha impedido, a pesar del control de la AIEA, que las instalaciones nucleares civiles puedan producir a través de sus residuos el combustible para la obtención de las bombas atómicas y a la vez ser objetivos militares en una conflagración bélica como en el caso de la central de Zaporíjia, en la guerra entre Rusia y Ucrania, y de Dimona en la guerra entre Israel y Palestina.

“Ahimsa”, la paz hinduista que defendía Mahatma Gandhi desde su humilde “asram” (donde practicaba la meditación) aboga por la no violencia y el respeto por la vida. Sin embargo, éste no es el concepto de paz que ha seguido la India convertida en potencial atómica y cuyo sistema autoritario de castas persigue a las minorías étnicas y religiosas. Asimismo, el “shalom”, que describe la armonía entre la Humanidad y la obra de Dios, ha sido olvidado por los mandatarios israelitas que han ordenado la masacre de miles de niños y ancianos en Gaza. Según la OMS cada día mueren 160 niños en la guerra contra Hamás y más de 11.000 personas, equivalente al 0,5% de la población de Gaza, han muerto desde el inicio de la actual escalada bélica.

En el mundo actual la “pax populi” y la “pax económica” son una antinomia. El desarrollo impone la “pax económica” en detrimento de todas las formas de paz del pueblo. Los mapuches y pehuenches tenían su paz basada en sus formas tradicionales de subsistencia y en el control de sus tierras hasta que las energéticas les destruyeron sus hábitats para construir macroproyectos hidráulicos como el de Ralco en el alto Biobío. Los polinesios de los atolones de Mururoa y Fangataufa en el Pacífico vivían tranquilos y en paz hasta que Francia inició sus pruebas atómicas. Las tribus asurini y kayapós en la cuenca del Xingú, perdieron sus formas tradicionales de vida al ser inundadas sus tierras por la macropresa de Belo Monte. Y así podríamos referirnos a centenares de destrucciones de la paz de pueblos indígenas en África y Asia.

No siempre en la historia de la Humanidad la paz se ha vinculado al expolio de los recursos naturales y a la eliminación de la subsistencia de las poblaciones autóctonas. En el siglo XII la paz no significaba la ausencia de guerras entre los señores feudales, pero por más sanguíneas que fuesen la paz preservaba las cosechas futuras y el ganado; aseguraba el acceso al agua y a los pastizales; conservaba los bosques y protegía a los animales. La “paz de la Tierra” salvaguardaba los valores del uso del medio ambiente común contra las incursiones armadas (2).

Durante el Renacimiento se perdió este significado y con el Estado-nación surgió un nuevo género de paz vinculado a un nuevo género de violencia del que la situación geopolítica actual es heredera. La “pax economica”, pactada después de la Segunda Guerra Mundial, protege la producción y destruye la subsistencia de la gente. Las ciudades arrasadas en Ucrania y Gaza harán crecer el PNB de los países cuyas empresas las reconstruirán. Esta es la cínica paradoja.

La paz organizada “desde arriba”, desde las cúpulas militares y la industria armamentista, ha de ser cuestionada. Recuperar el verdadero sentido de la paz es nuestro objetivo como seres humanos libres.

La paz, decía, Walt Whitman, es como “el sol que nos ilumina cada día”. Hemos declarado la guerra contra la Naturaleza y ahora ella nos devuelve esta agresión con el cambio climático; sequías persistentes; grandes inundaciones; deshielo en los polos y mega incendios forestales.

El panorama no es alentador. La batalla por el acceso al agua augura nuevas contiendas. Desde el 2020 ha generado más de 200 conflictos, algunos de ellos armados. Según las Naciones Unidas hay 300 zonas del planeta en las que se prevén conflictos a causa del agua. 2.200 millones de personas siguen sin tener acceso seguro al agua potable. Dentro de poco las sequías serán ingobernables en las grandes ciudades donde en el 2050 se concentrará el 70% de la población; en este año, sobre el que se alimentan las ilusiones de una economía global descarbonizada, seremos más de 10 mil millones de habitantes. Sin embargo, en este año habrá entre 150 a 700 millones de refugiados climáticos, una horquilla que puede variar según la aceleración del cambio climático. Los Estados, que admiten el estatuto de “refugiado político” pronto se verán obligados a admitir también el de “refugiado climático”. La UNICEF denuncia que 20.000 niños tienen que abandonar cada día sus hogares y su tierra natal por las catástrofes climáticas (3).

El impacto de la globalización económica sobre la biodiversidad es también brutal. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) ha evaluado 150.388 especies, una cuarta parte de las cuales se hallan en vías de extinción, entre ellas 1.550 especies marinas. También lo están una de cada cinco especies de flora y fauna que habitan en el continente europeo, según el Museo Natural de Historia de Luxemburgo.

-LÍMITES CRÍTICOS SOBREPASADOS-

Un estudio publicado en la prestigiosa revista “Science” ha precisado que el calentamiento global ha provocado que se hayan superado cinco límites críticos de inflexión (los llamados “tipping points”): el colapso de la capa de hielo de Groenlandia y de la Antártida occidental; la pérdida alarmante del “permafrost” (el suelo helado de la latitudes boreales); la muerte masiva de los corales tropicales y subtropicales y el colapso de las corrientes en el Mar del Labrador, ubicadas frente al Canadá en el Atlántico. Existen también 16 sistemas biofísicos mayores que se hallan en los niveles de urgencia como son la selva amazónica, los glaciares de alta montaña y los bosques boreales, entre otros.

De 3.300 a 3.600 millones de personas viven en zonas geográficas altamente vulnerables a los efectos del cambio climático y que recibirán las consecuencias de los efectos devastadores de estos límites críticos sobrepasados (4).

La “pax economica” que disfrutamos los países avanzados es en realidad una guerra sin cuartel contra la paz de la gente sencilla y su subsistencia. Es una paz que facilita que el 1% de la Humanidad acumula el 82% de la riqueza global i el 10% de los más ricos contamina más que el 50% de los más pobres. El 85% de la población mundial vive con menos de 30 dólares al día.

La transición energética de la que tanto nos hablan puede acabar siendo una farsa: en el 2040 el 56% de la energía seguirá producida por recursos fósiles y 575 millones de personas vivirán en extrema pobreza (cinco veces más que en la actualidad que se cifra entre 75 y 95 millones). Un impuesto europeo, como el que proponen centenares de intelectuales y ONG, sobre las grandes fortunas aportaría más de 200 mil millones de euros cada año que se podrían destinar a luchar contra el cambio climático. Pero los poderosos se resisten y los eurócratas miran hacia otro lado (5).

Las contradicciones climáticas no invitan al optimismo. En vísperas de la COP-28 en Dubái se ha hecho público un estudio redactado por más de 80 investigadores de destacados institutos internacionales y de la agencia medioambiental de la ONU en el que se pone en evidencia que los gobiernos de los 20 principales países productores de combustibles fósiles tienen previsto producir en el 2030 más del doble del máximo estipulado que permitiría limitar el incremento de temperatura a 1,5 grados. Estos gobiernos suponen el 80% de la producción de carbón, petróleo y gas natural (GNL). Estas decisiones alimentarán futuras contiendas.

¿Hacia dónde va nuestra Humanidad que en lugar de reaccionar ante las advertencias que nos hacen los científicos responsables sigue fomentando la guerra contra la “paz de la gente” y contra el equilibrio ecológico que nos sostiene? “Es triste pensar que la Naturaleza nos habla y el género humano no la escucha”. Víctor Hugo dixit.

  • Illich, Iván. Discurso inaugural de la primera reunión de la Asia Peace Research Association. Yokohama. 1/XX/1980.
  • Illich, Iván. “Energía y equidad”; “La convivencialidad”, “Desempleo creador”, “Némesis médica”, obras reunidas, volumen I, Fondo de Cultura Económica, México, 2008.
  • Illich, Iván. “Por un desacoplamiento de la paz y el desarrollo”, Obras Reunidas, Volumen II, Fondo de Cultura Económica, México, 2008.
  • Mandard, Stéphane. “Des milions d´enfants déplacés du fait de castastrophes climatiques”, “Le Monde”, 7/X/2023
  • Garric, Audrey. “Climat: des seuils critiques bientôt franchis?”, “Le Monde”, 10/IX/2023. Planelles, Miguel. “El planeta está cerca de sobrepasar cinco puntos de inflexión climàtica”, “El País”, 9/X/2022.
  • Chancel, Lucas; Piketty, Thomas y otros intelectuales. “Pour la création d´un impôt européen sur la grande fortuna afin de lutter contre le changement climatique et les inégalités”, “Le Monde” 12/X/2023.

Preguntas planteadas al ponente:

¿Quién es el colectivo “Una sola terra” y qué labor ha desarrollado?

Una Sola Terra fue creada en 1998 por un colectivo integrado por periodistas, escritores, expertos en ciencias de la Tierra y tecnólogos con una visión ecologista y holística del mundo. Sus objetivos eran fomentar el diálogo entre científicos y activistas y crear conciencia ecológica a la población.  A lo largo de los años hemos propuesto también proyectos que promuevan estas ideas.

Una Sola Tierra lleva el nombre del informe “Only One Earth” sobre el estado del planeta  Maurice Strong, secretario general de la  Conferencia de Estocolmo de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambient  Humano de Estocolmo en 1972, lo reclamó como documento base y lo encargó a un interdisciplinario de expertos  coordinados por el biólogo francés René Dubos i la economista inglesa Warbara Ward. Dubos  ha sido una personalidad emblemática del ecologismo que introdujo la consigna “Pensar globalmente y actuar localmente” (que podría ser la hoja de ruta de lo que planteamos  hoy en este debate “Como fomentar la paz cuidando del planera”). Barbara Ward  fue de las pioneras en utilizar el concepto “desarrollo sostenible “, o “sustentable”; concepto que ha ido siendo instrumentalizado hacia el “crecimiento sostenible” que resulta ser un oxímoron. Un crecimiento ilimitado en un planeta de recursos limitados nos acabará llevando al colapso.

Una Sola Terra ha organizado en Catalunya más de 70 simposios y jornadas sobre el pensamiento ecologista; las energías renovables, el vulcanismo (en Catalunya tenemos la  más importante zona volcánica de la península en la comarca de la Garrotxa y que con nuestro activismo logramos detener las explotaciones de gredas y propiciamos que la Generalitat declarara la zona como Parque Natural); ecología marina; y también sobre arte y literatura dedicades a la sensibilización ecológica.  Hemos publicado nueve libros  con las ponencias de las  personalidades que participaron  como Vandana Shiva; Wangari Maathai, premio Nobel de la Paz; el agrónomo René Dumont; Alexander King, cofundador del Club de Roma; Edward Goldsmith, fundador de la prestigiosa revista “The Ecologist”; el  vulcanólogo  Haroun Tazieff, el pionero en filmar las  grandes erupciones volcánicas y en crear mecanismos tecnológicos de previsión; Lee Durrell,  continuadora de la obra conservacionista de Gerald Durrell en su fundación ubicada en la isla de Jersey; Claude Wesly, fiel acompañante en todas las expediciones del comandante Cousteau con el buque Calypso; el biólogo Zhores Medvedev que nos descubrió el primer gran accidente nuclear oculto de la ex URSS ocurrido en 1952 en la región de Cheliabinsk, en los Urales, al provocarse una explosión en un centro de retratamiento de combustible nuclear en Kasli , cerca de la ciudad de Kishtim, que dejó contaminada una amplia zona de lagos , y que hoy es aún inaccesible… Nuestros actos siempre respiraron libertad de información e incidían sobre aspectos geoestratégicos  como el tema que nos documentó  Rosalie Bertell, Premio Nobel Alternativo, directora de la Comisión Médica Internacional  por las víctimas de Chernóbil, que denunció el uso del uranio empobrecido como arma de guerra o las experiencias geofísicas militares sobre la atmosfera  para desestabilizar el frágil  equilibrio del ecosistemas terrestre.

Una Sola Terra ha editado nueve libros que recogen las ponencias de las personalidades invitadas. Algunos miembros de Una Sola Terra decidimos crear una consultoria ambiental, Gea , para dar cobertura a nuestros proyectos y propuestas en el terreno de la arquitectura bioclimática, la comunicación audiovisual, la museística… Entre los proyectos que desarrollamos  se encuentran un documental sobre el cambio climático; un piloto de una serie de dibujos animados llamada “Green Gang” ; el Espacio Cousteau-Planeta Oceà que acordamos en el puerto de Sant Feliu de Guíxols con la The Cousteau Society, que llegó a tener maqueta y concesión portuaria pero que se vino abajo por intereses políticos; un Museu de los Volcanes en Olot ( propuesta que ha acabado siendo una realidad) ;un horno solar  experimental parecido al de Mont-Louis, en la Cerdanya, para quemar cerámica en la Bisbal d´Empordà y  Ecópolis, una isla autosuficiente y  con arquitectura bioclimática, ubicada en el litoral barcelonés, y que presentamos en el Fórum Universal de las Culturas, como ejemplo práctico de un nuevo modelo de urbanismo y de vida.

Por lo que se refiere al trabajo de divulgación y concienciación en los últimos años lo hemos concentrado en la sección de Ecología del Ateneu Barcelonès  donde hemos organizado desde 2015  ochenta actos con unos 150 ponentes participantes en las conferencias y debates.

Considero la labor de Una Sola Terra como pionera en la concertación, el diálogo y el debate entre dos concepciones del progreso; la basada en el crecimiento ilimitado, el incremento progresivo del PNB (lo que yo llamaría “pax economica” que incentiva las guerras) y la basada en el decrecimiento responsable, nuevos parámetros para medir el progreso basados en la calidad de vida, y que llamaría “pax populi”, paz con nosotros y con nuestra relación con la Naturaleza. Desde la progresiva militarización de la economía queda muy poco de la paz de la gente sencilla.

¿Qué papel ha desempeñado el Periodismo en defensa del Ecologismo?

En febrero de 1977 constituimos en Barcelona el Colectivo de Periodistas Ecologistas de Cataluña con la finalidad de defender los derechos  a la información ambiental y dar cobertura a los movimientos de defensa del territorio, contra proyectos urbanísticos, o energéticos que provocaban contaminación y destrucción de los recursos naturales. Para ello creamos la revista “Userda” (“Alfalfa” en castellano) destinada  servir estos objetivos. En los periódicos  donde trabajábamos creamos la sección de medio ambiente, que no existía, y  establecimos relaciones internacionales con asociaciones de periodistas semejantes, asistiendo a sus encuentros y congresos, especialmente en el  que se celebró en el MIT de Boston  en 1995 en el que estuvo presente el vicepresidente Al Gore que nos denunció la conspiración de existía contra organizada por el lobbie del petróleo por defender las energías  renovables.

En 1983-84 algunos miembros de nuestro colectivo, entre los que me hallaba, pudimos controlar “Diario de Barcelona”, en un período autogestionario. Intentamos utilizar aquella experiencia para desarrollar una línea editorial conforme a nuestros objetivos y avanzarnos a muchos de los temas que hoy  son actualidad como el cambio climático, las energías del sol, las nuevas tecnologías…. Escribimos los primeros libros sobre el movimiento ecologista y nos vinculamos a las campañas contra las minas de uranio que empresas poderosas como Chevron querían explotar en varias comarcas catalanas; aquella batalla informativa la ganamos  junto a la organización de los ayuntamientos afectados y los grupos ecologistas movilizados.

Hoy la situación ha cambiado radicalmente. Los medios de comunicación tienen amplias secciones dedicadas al medio ambiente y al cambio climático y las facultades de periodismo ambiental han creado un periodismo especializado de buen nivel.  El problema es que los grandes grupos energéticos y contaminantes tienen una capacidad mucho mayor para financiar propaganda y elaborar suplementos, lo que se ha institucionalizado en los medios de comunicación, con números especiales dedicados al tema redactados por expertos en comunicación científica. Existe un preocupante “ecowashing” institucionalizado en los medios de comunicación y se hace muy difícil combatirlo o denunciarlo.

Tenemos otro problema que es la opacidad de las grandes empresas en facilitar datos sobre el impacto que provocan en el medio ambiente o la cantidad de CO2 que emiten. Se hace complicado valorar la huella ecológica que provocan determinados procesos productivos. Lo vemos ahora con la IA. Resulta imposible predecir el impacto energético y ecológico, la  huella de carbono o la extracción de minerales  que comporta la IA.  Se  agrava el precipicio que separa las nuevas tecnologías y la seguridad de sus consumidores. Aquí veo el problema democrático y de derechos a la información ambiental. Por ejemplo, el impacto en  el agua de consumo de substancias químicas sintéticas que aún no se sabe que efectos tendrán para la salud como son los PFAS poli-fluoralquilos , ansiolíticos y antidepresivos,  PCB, dioxinas… Mas de 100.000 substancias químicas presentes  en el mercado europeo de las cuales 70.000 tienen impacto sobre la salud de las personas… El poder de las farmacéuticas, energéticas y agroquímicas es muy fuerte, cada vez más, aunque se puede decir que hoy los periodistas  especializados en medio ambiente pueden ejercer con mayor eficacia y libertad su función. Pero todo lo que hagan a favor  de la emergencia climática y la biodiversidad es un gran servicio a la humanidad y a los consumidores.

Una última reflexión: hoy el papel de los científicos resulta mucho más decisivo que el de los ecologistas y activistas, apeados del debate por los medios de comunicación. En los años 89 y 90 costaba que en nuestros simposios encontrar científicos comprometidos, como era la  Union of Concerned Scientists norteamericana, o los colaboradores del Bulletin of Atomic Scientists. Hoy salen más a menudo del laboratorio impulsados por la gravedad de la degradación ambiental y el incumplimiento de los acuerdos que hacen los Gobiernos de los compromisos que adquieren en las Conferencias del Clima, como la que se iniciará el día 30 en Dubái presidida por un magnate del petróleo de los Emiratos.

¿Qué reflexiones nos puede aportar a modo de Ensayo para un futuro sostenible?

He recogido las opiniones de los principales ecólogos de Catalunya, algunos han participado en nuestros simposios Una Sola Terra o en nuestros actos en el Ateneu Barcelonès. Todos ellos coinciden que Cataluña no tiene las infraestructuras preparadas para hacer frente a la mitigación y adaptación al cambio climático, especialmente en los deltas del Llobregat y del Ebro, y en los Pirineos. La subida del nivel del mar obligará a crear grandes obras de ingeniería.  Se constata que la actual gobernanza no es eficiente para afrontar un problema tan transversal como el cambio climático y que hay que buscar un gran pacto y concertación para descarbonizar la economía en el 2050. El retraso que tenemos en energías renovables es muy grave y o triplicamos las instalaciones y optamos por algunas parques grandes de 500MW o no tendremos capacidad alternativa de substituir los 3.000 MW de potencia generada por las nucleares.

Las soluciones están en diferentes órdenes de responsabilidad: la del Gobierno optando por estructurar la gestión a partir de los departamentos económicos y financieros; la de  los sectores empresariales obligados a aplicar una ética  ambiental en sus procesos productivos o lo que se llama economía circular; la de los consumidores cambiando sus hábitos en el transporte, alimentación y consumo energético; la de los medios de comunicación, facilitando  la concertación con pedagogía y  una información independiente de los lobbies contaminantes ; la de los jueces y fiscales aplicando con rigor la legislación ambiental y el delito ecológico; la de los sindicatos exigiendo  formas de producción no contaminantes…

Nuestros gobernantes  tienen que aplicar el “principio de precaución”- con la complicidad de la legislación europea- y no permitir que se introduzcan en el mercado productos, sistemas de transporte y de construcción que sigan emitiendo CO2 y colaborando en  retrasar la transición energética. Cualquier proceso tecnológico que no tenga el correspondiente impacto ambiental debe ser detenido. Catalunya, como digo en mi ensayo, hemos superado ya la capacidad de carga  y actualmente tenemos un impacto sobre el territorio equivalente a 20 millones de habitantes.

Hay que regenerar  las capas freáticas afectadas por la polución de los nitratos. La ley  de Restauración de la Naturaleza que acaba de aprobar  el Parlamento Europeo es un reto inmenso para Cataluña. La presión de los grupos ambientalistas, como SOS Costa Brava, Aigua es Vida, Cuenca Azul, la Plataforma de Defensa de l’Ebre y Mieses, seguirá siendo necesaria para exigir a los políticos que enfrenten con coraje la mitigación y adaptación de nuestro modelo productivo mediterráneo al cambio climático. La sequía que estamos padeciendo es un gran aviso de lo que vendrá y para lo que nuestro Gobierno debe prepararse.  Una reconversión del sector agrícola, pesquero, alimentario y en general industrial debe acelerarse… No hay tiempo que perder.

¿Qué piensa sobre la Energía Nuclear, puede considerarse una energía verde?

No es cierto que la energía nuclear no emite CO2. Hay que analizar a través de una auditoría ambiental honesta todo el ciclo del combustible nuclear: minas de uranio, fábrica de elementos combustibles, enriquecimiento, retratamiento, transporte,  construcción de las centrales y  cementerios para los residuos de alta radiactividad.

Las inversiones extraordinarias que requieren las centrales nucleares en materia de seguridad y las subvenciones que reciben impiden que estas ayudas vayan a las energías renovables. La opción que ha hecho la Comisión Europea de calificar la energía nuclear como “energía verde” es precisamente para seguir recibiendo subvenciones públicas.

Hay el problema aún no resuelto de los residuos con lo que el precio del KW hora nuclear está falsificado al no internalizar el coste del almacenaje y tratamiento de los mismos.

Existiendo formas de producir electricidad limpia mediante recursos  ilimitados como la eólica y la solar no tiene ningún sentido- que no sea el del poder del Estado- seguir pensando en la nuclear para luchar contra el cambio climático.

El riesgo de una fusión del núcleo de un reactor como se ha visto en Chernóbil y Fukushima, no puede ser asumido en un cálculo de probabilidades de un accidente maximal de clase 7.

Estamos ante una tecnología que tiene su vertiente  militar y que tiene en su historial los genocidios de Hiroshima y Nagasaki. Hay también una posición ética y moral para rechazar este tipo de energía.

Si hablamos de tecnologías blandas, descentralizadas y de autoconsumo, la nuclear va contra la sostenibilidad y la democratización del sector energético. La dependencia tecnológica y del combustible que utiliza es absoluta. Es una tecnología  que obliga al centralismo en su gestión, y se escapa del control democrático  de los ciudadanos. Las energías renovables son las únicas compatibles con la verdadera paz de la gente y la democratización de la gestión energética. La opacidad de todo lo que se refiere al ciclo de combustible de la energía atómica grave como he comprobado al estudiar los tres principales accidentes nucleares de Three Mile Island (1979),  Chernóbil  (1986) y Fukushima (2011). La connivencia entre las empresas eléctricas propietarias las centrales, los gobiernos y los ministerios de Defensa está más que demostrada.

Como demócrata y ecopacifista rechazo la energía nuclear y celebro la opción de los Gobiernos de Alemania y España de cerrar todas las centrales. Lo que nos obligará a acelerar el tránsito hacia las renovables.

¿Qué es la ECOROPA –INE?

ECOROPA (Acción Ecologista Europea) se fundó en junio de 1976 por un grupo de intelectuales ecologistas y europeístas de diferentes países motivados por la escalada nuclear en Europa, tanto civil como militar, y por manifestar una posición crítica contra el Tratado de Roma que fomentaba una Europa basada en el crecimiento económico y que menosprecia el impacto que este crecimiento sobre los recursos naturales y los grandes ecosistemas que definen la geografía del continente.

Desde un principio a través de debates que se organizaban en Universidades, como la de Kassel, o de entidades como el Centre Europeo de la Cultura en Ginebra, se aprobaban manifiestos defendiendo una Europa de las Regiones contra la uniformización y centralismo de los Estados-nación.

Durante unos años fuimos un lobby influyente y presentábamos propuestas al Parlamento Europeo.  Yo era el único ecologista catalán. Había substituido a Mario Gaviria, un gran sociólogo ecologista que había formado parte de la asociación desde sus inicios.

Ecoropa nos fue útil. Por ejemplo: pidió al presidente Pujol la protección de la zona volcánica de la Garrotxa y también se vinculó en la protesta contra las minas de uranio y la construcción del pantano de Rialb.

Ahora tiene una función más científica y miembros de Ecoropa están presentes en las reuniones internacionales sobre la Biodiversidad y el Cambio Climático. Su actual presidenta es la bióloga Christine von Weizsacker. En un principio el presidente fue el filósofo y escritor suizo Denis de Rougemont , seguidamente Freda Meissner Blau, que fue líder del partido verde austríaco. Cada presidencia de Ecoropa se ha distinguido por hacer más énfasis en el regionalismo, la acción política o el compromiso científico.

Creo que no existe en este momento, fuera de la Internacional de los partidos verdes, lobbies intelectuales del nivel de Ecoropa cuyos miembros pudiesen estar presentes en las tribunas de opinión de los periódicos europeos o intervenir en las cadenas de televisión. Tal vez  el Club de Roma  y sus miembros más destacados mantiene esta posición y relevancia. Creo que unir a todos los intelectuales ecologistas en una entidad sería muy útil para hacer avanzar el pensamiento ecologista en las nuevas generaciones. En su momento lo han hecho los pensadores comunistas y socialistas, apoyados por sus respectivas Internacionales, por qué no los ecologistas?

La situación es más grave en España,  en los países del Mediterráneo y en  Latinoamérica donde los partidos verdes son insignificantes y dominan más  los partidos eco socialistas o eco comunistas, como se autocalifican.

La JNE, es una asociación francesa de periodistas ambientalistas y ecologistas que abrió la puerta a algunos periodistas de otros países y cuya finalidad es agruparlos para defender sus derechos, cada vez más vulnerados por la acción del intervencionismo de los grandes grupos económicos. Sobre la información ambiental. No tiene una gran influencia a nivel europeo pero sí en Francia.